Lolita (1997) Tráiler original [FHD]
Lolita, de la confesión de un hombre blanco viudo, de Vladimir Nabokov, es una historia sobre Humbert Humbert, un profesor de literatura de casi treinta años, obsesionado con una Dolores Haze de doce años. La novela consta de un prólogo, dos partes y la anotación del autor. El libro comienza con el prólogo escrito por un editor ficticio llamado John Ray, Jr., Ph.D., que explica la historia que seguirá. Afirma que recibió el manuscrito de Lolita de manos del abogado de Humbert Humbert y que éste murió en la cárcel a la espera de un juicio. Inventado por el editor Nabokov cree que Lolita debe servir de advertencia y lección moral para las generaciones venideras.
El manuscrito se abre con la descripción que hace Humbert de su origen, su familia y su apacible infancia en la Riviera, donde conoció a su primer amor, Annabel Leigh. Annabel y Humbert tenían doce y trece años, respectivamente. Estaban locamente enamorados el uno del otro y nunca tuvieron la oportunidad de consumar su amor, ya que Annabel abandonó la Riviera y cuatro meses después murió de tifus. Esos sucesos persiguen a Humbert durante toda su vida y, aunque más tarde se casa, su obsesión por las “ninfas” -niñas prepúberes sexualmente deseables- no cesa, ya que le recuerdan a Annabel. Humbert se divorcia y se traslada a Estados Unidos, donde alquila una habitación en la casa de Charlotte Haze, en una tranquila ciudad suburbana. Humbert queda inmediatamente hipnotizado por la hija de Charlotte, Dolores, a la que llama Lolita. Humbert decide casarse con Charlotte para estar cerca de Lolita. Cuando el protagonista empieza a jugar con la idea de matar a su mujer, ésta se entera de su obsesión, se enfrenta a él y sale corriendo de la casa. En ese momento, el coche la atropella y muere. Humbert saca a Lolita del campamento donde pasa el verano y decide atravesar el país con ella. Luego pasan su primera noche juntos en el motel. Según Humbert, fue Lolita quien le sedujo esa noche, y no al revés.
Jeremy Irons en LOLITA (1997) de Adrian Lyne
En el epílogo de Lolita, Nabokov afirmaba que en este libro tenía que inventar tanto a Lolita como a América después de haber inventado Europa en su ficción anterior. Este artículo se centra precisamente en las diversas formas en que Nabokov “inventó” América en su novela más conocida. Esta invención es, en primer lugar, el resultado de la evolución de la postura del autor sobre la complejidad de lo que él llamaba “la ‘realidad’ media” en sus obras. A través de un estudio de las declaraciones de Nabokov sobre la elección y el papel del lugar en los prólogos de sus obras rusas y en sus textos críticos, muestro que Lolita es efectivamente considerada por Nabokov como una “recreación” de la realidad americana, en mucha mayor medida de lo que sus obras rusas habían sido recreaciones de un medio determinado. Tomo la metáfora de la “colcha loca” mencionada en Lolita para sugerir complejidad, exuberancia cromática, hibridez. La invención de América es también el resultado de un proceso de nombramiento. Se examinarán los topónimos, no sólo los que componen la “persecución criptográfica” de Quilty, sino también la elección de topónimos de Humbert. Se discute el problema de la referencialidad y el modo en que la crítica reciente lo ha tratado. Por último, se subraya la interacción entre uno y muchos, el modo en que la diversidad de la “colcha loca” se contrarresta con la singularidad del cerebro que la ha producido. El lema estadounidense “De muchos se hace uno” podría reinterpretarse como “De uno se hacen muchos”.
Lolita (1962) Trailer oficial – Película de James Mason
La edad es sólo un número… Lolito es una historia de amor poco convencional sobre un chico de quince años que encuentra consuelo en los brazos de una mujer de mediana edad en Internet.Etgar Allison, de quince años, está pasando las vacaciones de primavera solo en una casa vacía, cuando se entera sin querer de que su novia le ha engañado con otro chico. Desconsolado y solitario, sin la supervisión de sus padres, recurre al alcohol. Incapaz de sobrellevar su dolor, busca consuelo en Internet y cae en una sala de chat para adultos. Allí conoce a Macy, una aburrida pero atractiva ama de casa; los coquetos mensajes instantáneos se convierten en chats de cibersexo y pronto Etgar está saqueando su cuenta de ahorros para una cita romántica en Londres. . . ¿Qué podría salir mal? Lolito, de Ben Brooks, es una mirada sin concesiones a la turbulenta vida emocional de los adolescentes, una historia divertida y conmovedora que inyecta honestidad cruda -e incluso un poco de ternura- en su retrato de una relación tabú.
“Cálido y sin concesiones a la vez, Lolito será tan entretenido para los jóvenes adultos como educativo para los lectores mayores. Y si algunos aspectos del mundo que Brooks habita parecen alarmantes, no puedo pensar en un escritor que preferiría tener como guía”.
Lolita (1997) escena eliminada 9 (Lo y Humbert se pelean por
Otoño de primer año en la universidad. Era 1989 y acababa de cumplir 18 años. Me acurruqué bajo mi edredón floral de imitación de Laura Ashley y abrí Lolita para la clase de inglés 101 del profesor Shepard. La historia se movía con rapidez. Era electrizante. No podía dejarlo. No cuestioné que fuera Lolita quien sedujera a Humbert primero. Creía que Humbert la amaba. De alguna manera no capté la mayoría de sus lágrimas. Me atrevo a admitir “Lo. Lee. Ta.” me hizo sentir un anhelo romántico? El profesor Shepard era joven, con bigote y muy divertido. Su recitación en clase de los versos de Humbert Humbert con voces caricaturescas nos hizo reír a carcajadas ante lo escandaloso de las confesiones de este perdedor, muchas de las cuales habíamos pasado por alto en nuestras propias lecturas. Y de este modo, lo aterrador de lo que H.H. confesaba perdía parte de su poder. Shepard interpretó a Humbert como Groucho Marx podría hacer de Drácula. Con una voz exagerada, dejaba caer hábilmente los juegos de Humbert como narrador e iluminaba tanto su impactante autoexculpación como, en una voz mucho más tranquila, casi un susurro, que Shepard utilizaba con mucha menos frecuencia, los devastadores momentos de autoinculpación. No recuerdo haber pensado que Lolita fuera mucho más joven que yo. No me la imaginaba como es en realidad en la novela, una niña de 12 años, sino más bien como una voluntariosa de 16. Más bien como yo.